miércoles, 2 de noviembre de 2011

La "Renovatio Imperii Romanorum" de Justiniano I: ¿un proyecto fracasado?

Uno de los grandes topicazos historiográficos repetidos hasta la saciedad en manuales de historia de Bizancio o del mundo tardo-antiguo afirma que la "Renovatio Imperii Romanorum" o “restauración del imperio de los romanos”, emprendida por el emperador Justiniano I (527-568) fue un fracaso y significó un sacrificio de las provincias orientales del Imperio en beneficio de un renqueante Occidente. En efecto, esa visión catastrofista del gobierno y del proyecto político justinianeo se puede encontrar en las páginas de las obras históricas de grandes estudiosos del mundo tardo antiguo y bizantino como Edward Gibbon, Alexander A. Vassiliev, Charles Diehl, GeorgeOstrogorsky, Ernst Stein o más recientemente Averil Cameron.


Esa visión, consagrada en la historiografia bizantina y tardo antigua desde el siglo XVIII en adelante, se basa en una lectura acrítica de los datos que nos proporciona el historiador Procopio de Cesárea, especialmente en su obra "Historia Secreta", todo un verdadero panfleto anti-justiniano, cuyo valor histórico se ha magnificado. De hecho, un análisis crítico del período y la contrastación de los datos de Procopio con los de otros autores contemporáneos como Agathias o Menandro 'el Protector', nos permite matizar esta visión catastrofista en muy buena medida:

1 - La "Renovatio" no fue un fracaso sino un éxito que permitió reunificar nuevamente bajo soberania imperial el Mundo Mediterráneo tras la fractura provocada por la conquista del África romana por los vándalos de Genserico I (429-477).

 (El imperio bizantino a la muerte de Justiniano en el 565. El Mar Mediterráneo volvía a ser un "lago romano").


2 - los datos que nos aportan los registros arqueólogicos tanto en el norte de África, como en Italia u Oriente, nos permiten conocer que los siglos VI-VII no fueron de recesión económica y de crisis agraria -como defiende la historiografía tradicional- sino todo lo contrario. La reunificación del Mediterráneo bajo soberania imperial incentivó las relaciones económicas, comerciales y los intercambios culturales entre las ribas oriental y Occidental del "Mare Nostrum". Además, tanto en Anatolia como en el norte de África, los datos obtenidos por los registros arqueológicos nos muestran que fue una época de crecimiento económico y esas tierras volvieron a tener una prosperidad agraria y comercial similar a la que habían tenido en el siglo IV. De hecho, algunas zonas del Magreb no recuperarían ese nivel de producción agraria hasta bien entrado el siglo XX, especialmente debido a la política de tierra quemada de los conquistadores árabes en las provincias de la Cirenaica y la Tripolitana (actual libia) o en varias regiones de Argelia y Marruecos.  Eso sí, los cronistas árabes posteriores, como Al-Hakam, culparon de esa política de tierra quemada a los beréberes, como por ejemplo a la legendaria reina Kahina.


3- Ciertamente, nada más morir Justiniano I (567) se produjo una grave crisis con la aparición de la amenaza ávaro-eslava en el frente balcánico, la reanudación de la guerra persa en Oriente y la apertura de un nuevo frente con la irrupción de los lombardos en Italia a partir del año 568-569. Sin embargo, esa situación de crisis no era coyuntural, debido a un agotamiento de los recursos económicos y militares por parte de Justiniano, sino que se debió a la nefasta política diplomática de su sucesor, el emperador Justino II (565-578), especialmente en los Balcanes donde despreció la amenaza de los ávaros. La mejor demostración de que el imperio no estaba exhausto ni militar ni económicamente son las importantes campañas militares de los emperadores  Tiberio II (578-582) y Mauricio (582-602) en varios frentes simultáneos, el Oriental, el balcánico, el danubiano y el occidental, durante más de veinte años. De hecho, las grandes victorias militares del emperador Mauricio permitieron que a la altura del año 602 la 'Romania' fuese nuevamente la potencia hegemónica en el Mundo Mediterráneo y en el Próximo Oriente: los ávaros estaban a punto de ser machacados en los Balcanes, la creación de los exarcados en el Norte de África e Italia había neutralizado la amenaza lombarda y de los 'mauri', y en Oriente el Imperio Persa se había declarado estado vasallo de Constantinopla gracias al ventajoso acuerdo de paz alcanzado en el año 591 entre Mauricio y el monarca  Cosroes II Pervez (el victorioso), quien se había declarado hijo adoptivo del emperador bizantino para agradecerle su apoyo militar en la reciente guerra civil persa.

4- La crisis se inició en el año 602 con la rebelión del ejército balcánico, la deposición y asesinato de Mauricio y el ascenso al poder del centurión Focas (602-610). Esta situación es aprovechada por los persas para recuperar el terreno perdido e incluso iniciar la ocupación de las provincias orientales del imperio, Egipto, Siria y Palestina. Además, los visigodos en en Hispania y los lombardos en Italia volvieron a tomar la iniciativa con nuevas conquistas territoriales. La situación era tan insostenible que Heraclio 'El Joven', el hijo del exarca (gobernador) de Cartago, se rebeló contra Focas en África y se dirigió hacía Constantinopla para deponer al tirano.


5-  Cuando Focas fue depuesto en el año 610 por un general africanista, Heraclio 'El Joven', conocido como Heraclio I (610-641), la situación del imperio era crítica: durante los años siguientes, con una 'Romania' en plena descomposición interna, los persas consolidaron la ocupación de Siria, Palestina y Egipto en Oriente mientras que los ávaros y sus aliados eslavos se adueñaban nuevamente de los balcanes e incluso llegaban a asediar Constantinopla en el 626. La situación en las provincias occidentales reconquistadas por Justiniano I no era mucho mejor pues los visigodos se apoderaron de las últimas posesiones imperiales en Hispania en el año 626. Sin embargo, Bizancio no estaba acabada. Heraclio I replegó sus tropas en Anatolia y lanzó un contrataque feroz. En menos de ocho años, un debilitado imperio persa se rindió y las águilas romanas pusieron a raya otra vez a los ávaros y sus aliados eslavos en los Balcanes, especialmente gracias al ingenio militar y a la hàbil política diplomática de Heraclio, especialmente con su alianza con los Jázaros. En el año 630, cuando el emperador Heraclio I  devolvió la reliquía de "La Vera Cruz" a Jerusalén, Bizancio era la única superpotencia del mundo mediterráneo y su rival persa estaba ya en franca retirada.

6- Sin embargo, casi cincuenta años seguidos de guerra en Oriente frente a los persas, en el Danubio frente a los ávaros y en Italia frente a los lombardos, pasaron factura y dejaron al imperio sin tiempo de reacción ante la expansión islámica, iniciada por Mahoma y sus sucesores, los califas ortodoxos, a partir de la entrada del profeta en la Meca y la reunificación de las diversas tribus árabes en el año 630. Tras varios enfrentamientos previos, la derrota bizantina en la batalla de Yarmuk (636) abrió las puertas de las provincias de Siria y Palestina a los ejércitos del Islam y dos años más tarde, en el 638, el Califa Omar, ataviado como un profeta bíblico, entró en Jerusalén. Heraclio I se repliega hacía Anatolia para preparar otra contraofensiva, pero no tuvo tiempo: murió en el año 640 y la crisis sucesoria que se produjo a su muerte acabó por consolidar las conquistas islámicas en Siria-Palestina y Egipto, privando al imperio de uno de sus grandes graneros.

Es a partir de ese momento cuando quiebra la unidad del ‘Mare Nostrum’ y con ella el gran proyecto justinianeo. En este sentido, me parece muy interesante la tesis defendida por Henri Pirenne sobre la quiebra de la unidad del Mediterráneo por la expansión islámica. A partir de la consolidación de la expansión Islámica - durante la segunda mitad del siglo VII y las primeras décadas del VIII-, el Viejo 'Mare Nostrum' se divide definitivamente en los tres àmbitos culturales del mundo mediterráneo medieval: el Occidente latino, el mundo Oriental Bizantino y el Mundo Islámico. Esta división se consolidó el día de Navidad del año 800 con la coronación imperial de un monarca franco, Carlomagno, como emperador en Occidente.

Un último apunte para finalizar. Muchos historiadores y estudiosos del reinado de Heraclio (John Haldon por ejemplo) consideran que con su muerte y la consolidación de la expansión islámica durante las décadas siguientes finaliza el proceso de transición del mundo antiguo al medieval. 

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